Mi cabellero de brillante armadura

Hace veinte años cuando nos casamos, prometimos estar juntos en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza; pero creo que en ese momento en que todo es maravilloso, no se tiene la dimensión de lo que significa ese compromiso. Sólo cuando nos enfrentamos a las dificultades es que realmente podemos dimensionar el verdadero amor, ese que significa compromiso y entrega. Como individuos, los que conformamos una pareja tenemos muchos defectos, algunos de ellos se van trabajando a lo largo de los años, pero hay otros que por mas que nos empeñamos, es casi imposible dejarlos, sin embargo, la pareja toma la decisión de aceptarse así y llega un momento en que dejan de tener importancia.

En la historia anterior les dije que mi marido estaba advertido que debía acompañarme a todas las citas y es porque desde novios, el siempre ha tenido la virtud de tranquilizarme. Sus palabras, su análisis de las situaciones, su abrazo literalmente, me da paz. Las primeras noches después del diagnóstico, me despertaba de madruga y lo encontraba despierto. Le preguntaba ¿qué pasa? y me decía: "te estoy cuidando".

Cuando la operación, debíamos estar al medio día en la clinica, fuí con mi esposo quien debió esperarse afuera hasta casi las siete de la noche, le dije que se fuera que almorzar o se tomara un cafecito pero no quizo. Dijo que debía permanecer cerca. Cuando llegamos a la casa tenía hambre, le dolía la espalda, la cabeza. Llegó tan aporreado, que mi hija y mi sobrina dijeron que el operado parecía él.

Mi primer sesión de quimio fue programada para el 8 de octubre. Ese día mi esposito cumplía 50 años, así que los celebramos en el Hospital Calderón Guardia, porque él era quien tenía que acompañarme y no iba a permitir que nadie mas lo hiciera.

En la tercer sesión de quimio no me acompaño pero fue a recogerme y me llevó un ramo de flores.

Sé que este proceso ha sido muy difícil para él, pero sigue aquí a mi lado. Hace unos diez años leí el libro de Antonio Alvarez Desanti, "La Salida". Don Antonio cuenta su historia después del accidente en bicicleta y resalta el apoyo recibido de parte de su esposa. En ese momento le dije "don Antonio, yo espero que algún día mi esposo hable tan lindo de mí, como usted habla de doña Nuria". No me imagine que los planes de Dios eran al contrario. Hoy soy yo quien tiene que reconocer que mi compañero de viaje es un caballero de brillante armadura que está siempre listo para protegerme y cuando sus fuerzas no se lo permiten, para acompañarme.