Siempre que hablaban de quimioterapia, pensaba en Susan Sarandon en la película "Quédate a mi lado" y cuando me dijeron que me la pondrían a mi, no pudo dejar de verme buscando una madre para mis hijos y evitando que me vieran con los efectos de la quimioterapia. (esto no se lo había contado a nadie).
Gracias a Dios, estaba muy lejos de la realidad. Las primeras 4 sesiones de quimioterapia, fueron de la que popularmente llaman la roja. Estas me las colocaban cada tres semanas. Como refuerzo para evitar que se me bajaran las defensas me estuvieron colocando vitamita C intravenosa, además de los batidos y los medicamentos naturales.; sin embargo debí suspender la vitamina C por problemas en las venas.
Previo al inicio del tratamiento, mi mamá prohibió que me llegaran olores de los que no me gustan, para así evitar las nauseas. Lo primero que estuvo prohibido fue el mondongo.
Antes de cada sesión debo realizarme un exámen de sangre. Al principio los revisada en el sistema EDUS, para analizarlos y según yo... determinar cómo estaba. Eso me valió un regaño delicado del doctor, diciendome "Que ellos tienen muchos criterios a considerar y que esos yo no los conozco". A partir de ese momento dejé de revisarlos, sí algo anda mal, del hospital me llaman.
Desde la primer sesión consideré el viernes en que me toca la quimio, como mi día de spa. Es un día para mi. En el hospital se portan muy bien, me ofrecen almuerzo, cafecito de la tarde y cena si salgo muy tarde. Sin embargo, casi nunca recibo esos alimentos aunque un día que dieron arroz con pollo no pude resistir la tentación.
Acostumbro llevar galletas, piña deshidratada, confites, agua.
En la primer sesión conocí a Karine, que también es compañera en el grupo "Alegría de Vivir" de Fundeso. Ella me enseño que llevara hielo para estar comiendo y me quitara las naúseas. Me paso videos de yoga para relajarme los cuales me fueron muy útiles, sobre todo en esa primera etapa- Al "Herediano", que no recuerdo como se llama, quien era funcionario del Hospital junto con su esposa y sus anéctodas hacen que las tardes sean más cortitas. Conocí también a doña Virginia, ella viajaba desde Limón para sus sesiones. Resultó que conocía a la familia de mi marido y para identificarme me dice: "la nuera de Rudy". Conocí a una chica recien casada que llega a recibir la quimio después del trabajo. En la penúltima sesión, conocí a Marianella, quien es educadora jubilada y por supuesto tuve mucho que conversar con ella, hasta compartimos libros y películas.
La Caja Costarricense, junto con la quimio roja, dan un medicamento que se toma por tres días para evitar los efectos secundarios. Mis compañeras dicen que antes había que comprarlas con un costo de 90000 cada una, por dicha ya no me tocó comprarla. Aprovecho para reconocer el trabajo del personal del Calderón Guardia, ya me sé los nombres de muchos y su trato siempre es cálido y cuidadoso, a pesar que sus jornadas son cansadas.
Durante este año las sesiones han sido semanales y me colocan una quimio que dicen "la blanca". Ésta, tampoco me ha maltratado mucho, solo un poco de alergía, dolor de músculos y muy cansada.
Desde el inicio de la quimio, el problema fueron mis venas, que se esconden y con las primeras sesiones se deterioraron mucho. Siempre le pedí a Dios que cuidara mis brazos, yo quería poder tocar guitarra en misa y para eso necesitaba poder mover mis manos sin problemas. Hasta el día de hoy, he podido hacerlo. En diciembre, el Niño Dios me trajo de regalo un cateter el cual fue colocado para no maltratar mas las venas de los brazos.
Cuando iniciamos el tratamiento, creí que el doctor exageraba incapacitándome. pero gracias a Dios, pude hacerlo, pues de verdad, me siento muy cansada, pero agradecida con Dios y con todos los que no han dejado de orar. Estamos a tres sesiones de terminar la quimioterapia. Espero que en la próxima cita el oncólogo nos diga el camino a seguir.

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