A finales de febrero, escribí la primera parte de este artículo. En esa ocasión hablé sobre el gran apoyo que han sido mis papás. En esta segunda parte quiero contarles como el cáncer también me ha permitido sentir la mano de Dios sosteniéndome en todo momento.
Estudié desde tercer grado en el Colegio María Auxiliadora de San José, mi familia ha sido agente de pastoral en la Parroquia San José Obrero de Paso Ancho, cantamos la misa dominical desde hace mas de 35 años, así que debería suponerse que mi relación con Dios es bastante cercana. Sin embargo, a veces estamos tan acostumbrados a algo, que no lo disfrutamos ni valoramos.
Al momento de la operación le dije al Señor: "para seguir tocando guitarra en la misa necesito mis brazos buenos, así que ayudéme para que estén bien". Y
o supongo que a él le gusta como las Lizano cantamos la misa. Pareciera que sí, porque no hubo que tocar la axila y por lo tanto pude continuar haciendo vida normal con mis bracitos.
Hace unos días, en la reflexión de las 7 palabras, el padre explicaba sobre "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". Decía qué como humanos muchas veces nos sentimos abandonados por Dios, pero que en esos momentos, era cuando debíamos dejar de sentir para creer y así tener la certeza de que Dios jamás nos deja solos.
Ese creerle a Dios es difícil porque esperamos que Dios haga lo que queremos y no siempre coincide la forma en la que él actúa con la que nos gusta. Yo habría sido muy feliz sin recorrer este camino, pero todo lo que he aprendido y valorado me lo habría perdido.
Todo cristiano necesita pasar por el desierto y períodos como el que he vivido, nos lo permiten. He mejorado un poquito mis espacios de oración, que siempre han sido mi debilidad. Tengo una cita de una hora todos los jueves con Jesús Eucaristía, durante ese ratito siento como sostiene mi cabeza y me hace cariñito.
Me he acercado a algunos santos como Santa Agueda, martir, le cortaron sus senos y por eso es la abogada de las mujeres con problemas en los pechos y por supuesto al Padre Pio, quien a través del rezo del rosario me enseña a ofrecer con amor las cargas de la enfermedad.
He dicho que mis redes de apoyo han sido esenciales para que este proceso lo esté llevando de la manera más estable posible, pero sin lugar a dudas el principal apoyo es el que he recibido de Dios y su iglesia.
Hermoso testimonio que evidencia la fe que tienes en Dios, la cual te permite ver anticipadamente lo que esperas de Él. Agradezco a Dios el haberte puesto en mi camino. Cada consejo, cada detalle y todo el apoyo que siempre me has dado, hacen que ocupes un lugar muy importante en mi corazón y hoy me permite acompañarte en este transitar, con la seguridad de que tienes la victoria asegurada, gracias al amor tan grande que tienes para Dios y para el prójimo. Te quiero mucho Ivannita y eres un gran ejemplo de lucha y fe. Tu victoria es mía también 🌷