Creo que lo único que es más duro que recibir la noticia de que tienes cáncer, es que te digan que lo tiene un hijo. No puedo ni imaginarme lo que sintieron los corazoncitos de mis papás. El señor Lizano, ha sido siempre muy nervioso y cuando nos enfermamos o estamos tristes, el se enoja, creo que con el mismo por no poder solucionarlo. Esta etapa de mi vida no ha sido la excepción; sin embargo ha tenido una gran ventaja y es que está dispuesto a escuchar y mantener la calma.
Estando soltera, después de un golpe del corazón, mi refugio fue acompañar a papi a los partidos de futbol. En esta etapa ha pasado lo mismo. Buscamos momentos para estar juntos, papi fue a raparse conmigo cuando se me empezó a caer el cabello, vamos juntos a hacer mandados y a cosas de la parroquia... pero lo mejor es que me deja que moje el pan en la yema del huevo de su desayuno, eso jamás me lo habría permitido.
Con mami es diferente, ella ha sido siempre fuerte. Después de la operación, llegó un día a tomar café a mi casa y me dijo: "estamos empezando un camino, no sabemos que tan largo va a ser; pero lo vamos a recorrer juntos y vamos a salir victoriosas". Honestamente pensé que mi mamá estaba exagerando... yo esperaba que todo terminara con la operación... pero mami tenía razón. Sus amigas también han sido muy importantes, no sólo porque están pendientes de mi y de ella, sino también porque nos han enseñando por ejemplo la devoción a Santa Agueda, abogada de las mujeres con problemas en los pechos.
Por mas que pasen los años, la presencia de los papás da una fortaleza increible, definitivamente, sólo Dios y mamá... y papá.
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